BIENVENIDA A LA VIGEN DE PIEDRAESCRITA.
27 de Abril de 2019.
¡Querida Virgen de Piedraescrita! ¡Sé bienvenida a tu Pueblo! Como es tradicional, desde este lugar, recibe el más cariñoso saludo de todos los que aquí nos encontramos. Este pueblo te aclama, con el corazón repleto de alegría, y te ofrece la más espléndida bienvenida, junto con nuestras autoridades, con nuestro Sr. Cura Párroco y demás sacerdotes y con tu Junta Directiva a la que quiero agradecer públicamente el haberme nominado para dirigirte a continuación unas palabras que deseo recojan el emocionado sentir de cuantos aquí nos congregamos.
Estimados vecinos y vecinas de nuestro querido pueblo de Campanario. Buenas noches. Vayan también las buenas noches y un cordial saludo de acogida para todos los que nos visitan y acompañan en este emotivo y esplendoroso acto, tengan o no vinculacón familiar con nuestro pueblo. Y también, Barranquera, un cariñoso recuerdo para todos tus hijos que, por diferentes motivos, hoy no pueden estar con nosotros.
Quisiera comenzar diciendo, al ver esta plaza abarrotada, que debemos sentirnos especialmente orgullosos de ser campanarienses porque tenemos esta bendita Virgen que, por encima de cualquier circunstancia, nos une a todos como una piña en el sentimiento de veneración que en nosostros despierta. Y este sentimiento colectivo de veneración, mediante el que la ensalzamos, la honramos y la adoramos, es fundamental en la existencia de los pueblos, sobre todo porque conduce su vida espiritual por el mismo camino y se deja alumbrar por la misma antorcha.
En estos momentos estamos viviendo una realidad que se viene repitiendo cada año desde tiempo inmemorial: la llegada de nuestra Virgen de Piedraescrita a su pueblo. “La Entrada de la Virgen”, como todos la conocemos. Ocurre generalmente que cuando asistimos al desarrollo de estos acontecimientos ponemos nuestra atención o nos dejamos impresionar por aquellos detalles que más destacan y que más directamente percibimos y por tantas otras cosas que forman, por decirlo de alguna manera, el envoltorio del espectáculo. Y efectivamente, estamos contemplando un hermoso espectáculo: todo un pueblo aclamando, vitoreando, aplaudiendo emocionado a su Patrona que llega cumpliendo fielmente el ritual de cada veintisiete de Abril.
Pero yo, en esta noche feliz, en esta “Entrada” triunfal, dedicada a nuestra Señora, en esta noche, que es además el pórtico que nos lleva a las fiestas que en su honor vamos a celebrar los próximos días, quisiera poner en vuestra consideración, aunque sea brevemente, otros detalles que seguro le agradan también a nuestra Barranquera.
Y es que nuestra presencia aquí tiene también otros significados relevantes. En primer lugar, debemos reconocer que las vivencias y las sensaciones que nosotros estamos experimentando en esta noche también las sintieron nuestros padres, abuelos y antepasados en este mismo escenario y con el mismo motivo: esos clamorosos ¡Vivas! emocionados que salen rotundos porque no podemos aguantarlos dentro; los saludos, festivos y cariñosos, a los conocidos o a los más cercanos compartiendo la alegría del momento; las miradas esperanzadas a la Madre desde el claroscuro de unos ojos humedecidos por la emoción… Ellos, en el ayer, como en el hoy nosotros, también vivieron y sintieron esas sensaciones. Por eso, con nuestra presencia aquí estamos afianzando su emocionado recuerdo y honrando su memoria, al mismo tiempo que nos sentimos gozosamente agradecidos por este valioso legado espiritual que nos dejaron y que nos identifica y nos reafirma como hijos de Campanario.
Nuestra presencia aquí contiene también la esencia de una acción trascendente. Porque nosotros somos el eslabón de enlace entre los que ya se fueron y los que nos sucedan. Y no podemos permitir que se rompa esta cadena porque sería como arruinar una obra que se viene construyendo con el mayor esmero y afán de permanencia desde hace siglos y constituye uno de los ingredientes más importantes de nuestra historia. Y el pueblo que rompe su historia, que renuncia a su historia está renunciando a su futuro. Estamos aquí para seguir construyendo esta hermosa obra llamada Piedraescrita que perpetúe nuestra memoria, formando parte activa de esta preciosa sinfonía inacabada a cuya partitura le iremos añadiendo notas cada día, para que sus compases eleven hasta lo infinito conceptos tales como alma, existencia, Dios…
Y finalmente, nuestra presencia aquí es un magnífico y claro testimonio de nuestra fe. Es esta una ocasión en la que nuestro corazón se abre de tal manera que llegamos incluso a sorprendernos por la vehemencia, el entusiasmo y el apasionamiento que nos invade. Y no ocurre otra cosa sino que estamos manifestando públicamente nuestra fe. En una ceremonia de participación con todos. Y eso nos anima y nos estimula porque queremos compartir ese preciado valor de la fe que desde pequeños se nos ofreció y orgullosos deseamos demostrar que aún lo conservamos impecable. Y así es, pues a través de esta bendita y venerable imagen de nuestra Virgen de Piedraescrita estamos reconociendo y aceptando a la Virgen María, a la Madre de Dios. Esa Virgen que no tuvo reparo alguno, desde su sensibilidad como mujer, en aceptar el encargo divino de acoger al Verbo, que tomó carne en ella y nos lo ofreció como el fruto de su vientre: Jesús.
Querida Virgen de Piedraescrita, dejas por una temporada tu casa de Los Barrancos, en La Serena agreste y pizarrosa, tierra con semblante de verde fugaz y larga palidez, y te vienes a tu pueblo en donde, al tenerte cerca, las visitas y las peticiones serán constantes. Unos llegarán a darte los buenos días antes de comenzar su trabajo; otros, de paso, te saludarán con una oración; y también habrá quienes se sienten un rato contigo para afrontar una reflexión de más calado. Las peticiones, -¿a quién pedir mejor las cosas que a una madre?-, serán de todo tipo, porque los tiempos que corren son muy exigentes dentro de un mundo complejo que deja valores en la orilla y cobran protagonismo la competencia mal entendida y el excesivo individualismo que provoca la paradoja con la globalización que se pretende. Nosotros, desde aquí, te pedimos con devoción por cuantos tienen necesidades de cualquier género, pero especialmente por los niños, por los enfermos y por los desamparados que son los que más sufren las consecuencias del egoismo, la ingratitud y la mezquindad. Y también de manera especial por los y las jóvenes para que pongan su intereses e ilusiones en las facetas de la vida que les formen debidamente para afrontar con éxito todo tipo de dificultades.
Por último, Virgen de Piedraescrita, Virgen del cielo, Madre nuestra, quisiera terminar con la lectura de un poema cuyos versos proporcionan la tranquilidad de saber encontrarte en cualquier lugar. Su título, Pintor de Sueños. Su autor, Miguel Rubio.
Hubo una vez, no sé donde, un pintor
de sueños que pintaba, no sé cómo,
los trazos indecibles del misterio.
Le dijo al viento: “Dame tu susurro,
tu música silvestre y rumorosa”
Pintó invisible -un deje leve apenas-
pero sonora el alma de MARÍA.
Le dijo al bosque, al arroyo, a los pájaros,
al mar en calma, al valle, a las praderas,
al amanecer… “Dadme ese paisaje”.
Pintó, fulgente, el rostro de MARÍA.
Le dijo al cielo: “Dame tus lumbreras;
tu luz, tu sol, tu luna y tus estrellas…”
Pintó, tersos, los ojos de MARÍA.
Le dijo al niño: “Dame tu alborozo,
tu primera inocencia y el candor
de tus muecas, la flor de tus miradas”.
Pintó la sonrisa de MARÍA.
Le dijo a la madre: “Dame tu ternura,
tu amor y tu desvelo hecho costumbre,
dame, mujer, tu anhelo y tu embeleso”.
Pintó un corazón sin más fronteras
que el sollozo, el dolor y la esperanza.
Dijo a Dios: “Dame de ti lo mejor”.
Hubo un silencio de ojos infinitos.
Hubo ángeles. Hubo primavera
en la historia del hombre con Dios.
Floreció la Palabra en la ribera de MARIA…
De su Hijo engalanada
la pintó el pintor de nuestros sueños.
¡VIVA LA VIRGEN DE PIEDRESCRITA! ¡VIVA LA BARRANQUERA!
¡VIVA CAMPANARIO!.
Antonio Miranda Trenado.
Maestro y Profesor de Secundaria Jubilado.