Como en muchas ocasiones, es bueno acercarse al diccionario de la RAE para conocer el significado de la palabra “veneración”. Y en su primera acepción, el verbo venerar significa: “Respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.” Con otras palabras, la veneración es respetar muchísimo a alguien por lo que representa o por las cualidades que tiene.
Por un lado, podemos constatar que, hoy en día, el respeto no está en su momento más alto, sino que más bien está por el suelo. No se respeta a los mayores, ni a los padres, ni a los maestros, ni a las autoridades, etc. Más bien al contrario, se les insulta, denigra o vilipendia con una facilidad pasmosa y además impunemente.
Por otro lado, la santidad, la dignidad o las grandes virtudes de los hombres de nuestro tiempo parecen desaparecidas. Raro es el día, que en las noticias no aparece un deportista dopado, un religioso pedófilo, un político corrupto, un sindicalista aburguesado, un empresario explotador, un periodista falso, un esposo maltratador, un artista fracasado, etc. La lista sería interminable.
Y en este estado de cosas, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Puede y debe el ser humano venerar a alguien?, ¿necesita el ser humano, para su desarrollo personal, tener modelos de referencia? La respuesta es clara, sí. Para un desarrollo plenamente humano necesitamos de modelos de referencia, porque aprendemos y crecemos imitando los comportamientos de las personas que nos rodean y también de las que nos causan admiración.
El evangelio de Lucas indica lo siguiente: “Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52). No hay que hacer mucho esfuerzo para imaginar, que un modelo fundamental en el crecimiento de Jesús fue María. Y si la Virgen valió para que Cristo se desarrollara plenamente, ¿no va a valer para nosotros? Por esto, para los creyentes cristianos, María aparece y es enaltecida como Virgen Digna de Veneración.
Para nosotros, la devoción a María se concreta en Nuestra Señora de Piedraescrita. Celebrar ahora sus fiestas significa que la queremos como Virgen Digna de Veneración. Alguien de quien podemos imitar su comportamiento, porque ella sí cuenta con santidad, dignidad y grandes virtudes. Y en esta época que nos ha tocado vivir, cuando todos los ideales caen, ella es un gran asidero donde agarrarnos para no caer también nosotros.
Luis Ramírez García
Párroco